viernes, 29 de junio de 2012

Mary



ADVERTENCIA: EL CONTENIDO DE ESTA ENTRADA PUEDE RESULTAR VIOLENTO PARA CIERTAS PERSONAS DEBIDO A SU COMPONENTE SANGRIENTO.


-Vaya... veo que ya te has despertado.


Una voz grave entró por los oídos de Mary que intentaba abrir los ojos ante un foco que dañaba su borrosa visión del lugar. Estaba tendida. A duras penas podía moverse. La habían atado con correas a una camilla de hospital. No veía más allá de la luz cegadora de los focos, aunque discernía una silueta masculina que se movía con agilidad, pero presentaba una leve cojera. Parecía ser una persona mayor.


-¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?

-Doctor Diamond, señorita Black. Está usted en una sala de quirófano. Voy a intervenirla.

-¿Intervenirme? Creo que se confunde... yo no estoy mal, yo no tengo ninguna enfermedad. Yo estoy esperando para una operación de aumento de pecho.

-Exactamente por eso vamos a intervenirla. Necesita una operación con mucha urgencia.

-¿Qué está diciendo? ¡Le he dicho que no me encuentro mal! ¡Suélteme!-Gritó mientras intentaba zafarse de las correas que la mantenían prisionera.

-Grite todo lo que quiera. Nadie la escuchará. Ahórrese fuerzas para lo que viene. No forcejee, está usted débil, debe ser por la morfina...


Diamond agarraba en su mano derecha una especie de rotulador. Dibujó una línea recta desde el cuello hasta el vientre de Mary. Su torso estaba desnudo, y comenzaba a notar el frío del lugar. Seguidamente, el anciano dibujó dos rayas perpendiculares desde sus clavículas hasta el esternón, donde se juntaba con la línea vertical. La señorita Black se estremeció ante el contacto de la punta del rotulador y no pudo evitar sentir un escalofrío que le recorrió toda su espina dorsal. Un sudor frío resbala sobre su frente.


-Sois una mujer hermosa, decidme, ¿por qué queréis un aumento de pecho?-Preguntó el médico mientras soltaba el rotulador y cogía un bisturí.

-¿No lo ve? No estoy contenta con mi cuerpo.-Mary cerró los ojos en gesto de vergüenza.

-¿No estáis contenta con vuestro cuerpo, señorita Black? Es una verdadera obra de arte. Permitídme la descortesía, pero Dios os dotó muy bien, señorita Black. No necesitáis de ninguna operación. Ya sois lo bastante hermosa.

-¡No, no! ¡Mientes! Yo no soy hermosa. ¿Es que no habéis visto a esas modelos? ¡Ellas sí que lo son!

-Ya, claro... esos engendros cargados de botox no merecen la mirada de nadie, señorita Black. La belleza de la que yo os hablo no es exterior, de la que, ¿por qué no decirlo? No andáis escasa. No. La belleza a la que yo me refiero es interior. Es la esencia en sí del ser humano, ¡no su apariencia, señorita Black! ¿Lo entendéis? El interior, pero, oh... demasiado materialismo en este mundo para mirar más allá de un físico bonito y de un pecho precioso, ¿verdad, señorita Black? Usted no está descontenta consigo misma... lo que quiere es ser un calco de un modelo implantado por la sociedad. Usted está descontenta consigo mismo porque no sigue el patrón establecido por la sociedad. No es esa rubia de ojos azules, alta, delgada, de pechos exuberantes... No... usted es una persona de mediana estatura, pero sus ojos verdes... su pelo negro... son perfectos. Su interior es perfecto, señorita Black. Es usted increíblemente hermosa. Tantos años dedicado a algo tan hermoso con la enseñanza, siendo caritativa con la gente... ¿Por qué este cambio, señorita Black? ¿Por qué cambiar ahora? ¿Por qué cambiar una vida envidiable por la opinión de unos pocos?

-Por favor... suélteme... deje que me vaya.

-¿Iros? ¿Adónde pretendéis iros? No... vuestras andanzas acaban aquí, señorita Black. Para usted no hay mayor futuro que este quirófano.


Diamond cogió un bisturí y se aproximó lentamente hacia la garganta de Mary que comenzó a gritar y a lanzar improperios contra el médico.


-¡Usted está loco! ¡Loco! ¿Me oye? ¡Loco!

-¿Loco señorita Black? ¿Loco por querer construir una sociedad mejor?-El médico se apartó la mascarilla que le cubría la nariz y la boca... no poesía fosas nasales ni labios. Era una imagen realmente horripilante.-¿Sabe lo que es no poder mirar a una persona a la cara? ¿Sabe usted, señorita Black, lo que es ir con una máscara allá por donde vaya porque la gente lo ve como un monstruo? ¿Alguna vez un niño ha huido de usted, señorita Black, por su físico? De mí sí. Me ve como un monstruo, pero ninguno se ha parado a conocerme. No tengo amigos porque mi rostro causa terror. Os lo veo en vuestros ojos. Sí... soy un ser repulsivo... pero me acepto tal y como soy. Soy un monstruo, señorita Black. La sociedad me hace parecer ser un monstruo, ser un monstruo. Y voy a comportarme como tal. Todo porque era diferente. ¿Ve el impacto psicológico de mirar las apariencias? Yo era un joven con inquietudes, con vida... hasta aquel maldito accidente. La gente comenzó a juzgarme por lo que veía en vez de por lo que era. La gente empezó a verme con miedo, y mi comportamiento cambió. Degeneró. Me di cuenta de que yo estaba llamado a cambiar el mundo, ¿me entiende? Yo estaba llamado para hacer cosas grandes. Para enseñarles a las personas a ver con el corazón y no con los ojos...


Diamond rasgó la piel de Mary, quien no pudo reprimir un aullido de dolor insoportable. Sintió cómo el bisturí arrancaba su piel siguiendo las líneas abriéndola en canal. Se sentía desfallecer mientras suplicaba a su agresor que parase aquella locura, mas, el anciano no la escuchaba. Disfrutaba con lo que hacía. Disfrutaba con las palabras de clemencia de la señorita Black.


Varios minutos más tarde, dejó de sentir el bisturí sobre la piel, pero el dolor seguía sin irse. Entonces, tuvo la valentía de abrir los ojos. El anciano estaba delante de ella, agachado, cogiendo un espejo desde el suelo.


-Obsérvese, señorita Black. Mírese en el espejo.


Diamond le dio la vuelta al espejo y Mary se vio reflejada en él. Estaba abierta en canal, veía todos sus órganos. Escuchar su corazón palpitar, ver sus pulmones hinchándose y desinchándose de aire le causó repulsión y nauseas. Aquel espectáculo era insufrible. No debería de haber mirado. No.


-¿De qué se siente asqueada, señorita Black? ¿Acaso no son sus órganos? ¡Obsérvelos! ¡Mire cómo funcionan en perfecta armonía! Increíble, ¿verdad? El ser humano es la máquina más perfecta que existe sobre la Tierra. Sólo debe ver su funcionamiento... ¿Por qué no mira, señorita Black? ¿Es que tiene asco? ¿Es que acaso lo que usted tiene dentro de su cuerpo no es lo que tengo yo y lo que tiene cualquiera? Me repugna su actitud, señorita Black.

-¡Suélteme, maldita sea! ¡Suélteme! ¡Déjeme marchar!

-¿Dejarla marchar, señorita Black? Su vida acaba aquí.


Diamond aproximó el bisturí hacia el corazón. Los nerviosos latidos de Mary, y la fuerza que el anciano ejercía sobre el órgano bastaron para terminar con la vida de de la señorita Black.