miércoles, 17 de octubre de 2012

Carta de suicidio

Querida Marta...

Las ganas de vivir me abandonan. Mi vida no es más que un cúmulo de desventuras. Recuerdos trágicos de un tiempo pasado que, poco a poco, segundo a segundo, se va haciendo más latente. Más cercano. Parece que fue ayer mismo cuando me ridiculizaron por primera vez, cuando me fije en aquella chica tan perfecta, cuando mis compañeros de clase me animaron a acercarme a ella para acabar destrozando mis sueños. Hice el tonto esa vez. La imagen de ella rechazándome y de toda la clase riéndose de mí me pesan demasiado. Fui un fracasado y siempre lo seré. No hay forma de levantar cabeza: cuando parece que me he levantado, un nuevo pie me vuelve a pisar para hundirme más en el lodo del tiempo. Estoy sucio. Me siento sucio... y todo porque nunca he estado a la altura de ninguna circunstancia.

¿Qué? ¿Que cómo lo sé? Lo noto en cada mirada. Hay destellos de burla en la cara de mis amigos, muecas de asco en la cara de ella, sonrisas sádicas entre mis compañeros de clase, y miradas de decepción y fracaso en la de mis padres. Tal vez sea esta última la que más me duela. No estar a la altura de las circunstancias, saber que has fallado en todas las espectativas que tus padres tenían puestas en ti, en tantos años de esfuerzo, sacrificio, cariño y esperanzas... ¡Todo roto! ¡Demasiadas ilusiones rotas! ¿Y qué decir de ella? ¡Ella sigue sin mirarme! Fui sólo un interés. Solo una marioneta. Una marioneta suicida entre sus manos. Sí. Sólo eso... una mota de polvo en su vida. Un suspiro más, una mirada más... un hombre más. Quise entregarle mi corazón a una mujer a la que amaba por encima de todo. Quise conquistarla, dejarle ver que, aunque yo no era su prototipo, estaba dispuesto a darle todo el amor que quería. Todo el amor que otros hombres no le habían dado, gente que la consideraba mujer de una sola noche pero yo... yo sólo me llevé sus lágrimas. Sus quejas, sus lamentos quedaron, para siempre, cerrados con llave en mi corazón... oyendo hablar de tipos que la trataban como objetos o que pasaban de ella. Palabras que no eran más que puñales desgarrando la carne de mi pecho. Cada nombre que pasaba, cada anécdota que contaba... todo eran puñaladas. Cada lágrima vertida por ella no era más que una miserable gota de sangre predestinada a resbalar sobre mis sábanas para caer en el olvido. ¡Ah! ¡Sí! ¡Tanto amor! ¿Por qué debió de ser así? ¿Por qué debió acabar así? No lo entiendo... Te he escuchado, te he amado tanto, te deseo tanto... Pero yo era demasiado poco para ti. No era un chulo de gimnasio. No. Tú no buscabas un tipo normal que te quisiese. No. Tú tenías que fijarte en un hombre fuerte, tatuado y que no supiese hacer nada, que la única neurona que tuviese estuviese educada en el arte de levantar pesas y de insultar a la gente como yo. No. No es el tipo "intelectual" con el que te imaginas estar. Dudo que matarse en el gimnasio de tal forma, a base de esteroides y proteínas le den para leer, si quiera, un par de versos de Bécquer, y ya no digamos de Platón. Pregúntale quién es Nietzsche, ¿te sabría responder? No... Demasiados versos de Machado se han perdido entre mis páginas. Demasiados poemas de Lorca se han perdido entre mis recuerdos. De ellos sólo quedan cenizas, cenizas vivas que se niegan a morir y que, noche tras noche, vuelven a mi cabeza agonizantes.

Mi propio alma agoniza también. Ella... ¿por qué sigues viniendo a mí? ¡Todo sería mejor si no te hubiese conocido! ¡Todo! Pero ya no puedes salir de mi vida... No. Te suplico que te quedes un rato más, que me sigas hiriendo, que tu recuerdo me siga asesinando lentamente, como si de un muerto en la horca se tratase. Una horca bajo una silla que nunca acaba de volcar. Mirando al infinito, esperando a que en un reloj den las doce para pegarle una patada y quedar colgado del techo mientras me voy asfixiando. ¡Ah! Dulce tortura la de tus ojos. Quédate un poco más... es lo único que me queda de ti.

No debí haberme arriesgado declarándote mi amor. Eso es un hecho que acepté desde tu primer rechazo. Sabía que yo no estaba hecho para ti. Demasiado poco, la verdad, pero... lo tenías que saber. No podía dejar que te escaparas de mi vida sin saberlo y ahora... mira. No estás en mi vida, pero te niegas a salir de ella. Apenas intercambias un par de palabras conmigo en clase o en la calle. Yo, que tantas veces te he escuchado, que tantas veces te he consolado, que tanto, tanto, tanto te he querido, que has sido el objeto del mayor de mis deseos. Pero te niegas a irte de ella, ¿por qué? ¡No sales de mi cabeza! Te maldigo a cada segundo. Desearía que te borraras de mi memoria pero... sólo un segundo más... déjame recordarte un segundo más... y así es siempre. Día tras día, mes tras mes y mazazo tras mazazo. Deseo apartarte de mi vida, pero quiero seguir pensándote, sintiéndote un par de segundos más... Siempre.

Ahora ya no me queda nada. Nada... Todo lo perdí por ti. Todo se fue contigo. Eras demasiado para mí. Podría haber matado al engendro machista que tienes por novio y todo se habría solucionado. Un tiro en la cabeza a la salida del gimnasio y fin a todo. Se acabó. Habría ido a la cárcel, pero, ¿y qué? Un alma destruida sólo desea la soledad. Tal vez allí la habría encontrado y habría salido al tiempo, y habría ido de psicólogo en psicólogo y de rehabilitación en rehabilitación... pero matándole sólo conseguiría que me odiarás más.

Sé que sólo soy una carga para ti. Que no merezco ni que me mires... lo siento. Perdóname por haber entrado en tu vida, pero pronto saldré de ella.  Hace mucho tiempo que el telediario no saca una noticia de un crimen pasional...

Un abrazo, Marta. Te quiero.

Abel.


Basado en el videoclip de "Inseguridad" de Kako Malo, perteneciente a la mixtape de Baghira "Bloddy Halloween II".