sábado, 17 de enero de 2015

Hoy es siempre todavía

Hoy es siempre todavía, decía Machado, porque el hoy es reminiscencia del ayer, porque mañana es tarde para todo, porque el pasado nunca vuelve; porque el futuro nunca llega: sólo existe el ahora, porque sólo es posible vivir ahora: el resto es vivido y por vivir, certeza e incertidumbre: un mar nebuloso cuyas brumas sólo se extienden hacia el horizonte que hay frente a nosotros, mientras a nuestro paso, dejamos una estela de aguas y cielo transparentes, y así, al mirar hacia atrás, empezamos a ver el camino recorrido más claro, allí donde antes la densidad de la niebla impedía cualquier visión, donde el agua y el cielo eran grises y se confundían entre los vapores marinos de bestias invisibles que nos aterraban; sin embargo, ¿dónde están ahora esos fantasmas? Siguen a nuestro lado, y también al frente, pero no acompañando nuestro barco, sino persiguiendo a las sombras de las que forman parte, orientando y enmudeciendo nuestros miedos hacia delante, alentados por la ceguera de la neblina y la sordera de la valentía, ahora encadenada mientras sus ojos, siguen mirando al frente.
Y es mirando al frente cuando un haz de luz comienza a disipar la niebla, y ante el náufrago aparece la Isla y siente miedo porque sabe que es su destino, y entonces mira hacia atrás… ya todo luce claro: no hay brumas alrededor, y la estela del barco se acorta, y el puerto del que salió con tanta congoja resulta estar demasiado cerca, y entonces echa en falta esa fatiga del principio, y el misterio que se alzaba ante sus ojos en forma de velo gris; pero ya es tarde: los hierros que le ataban al barco se han roto y siente, en su pecho, la parálisis de la libertad, y cae la valentía en la cubierta, y se tapa los ojos porque lo que hay ante ellos, le causa temor: no sabe si es sombra, claridad o un híbrido; no sabe si es real o es un espejismo: mas baja atemorizado del barco hacia la arena porque sabe que ya es parte de esa misma ilusión, aunque siente la tentación de mirar hacia atrás una vez más. Una última vez. Y busca la niebla entre las aguas azules, y las bestias invisibles que le acompañaban; busca el misterio que le envolvía y que le siguió durante todo su camino… y llora porque no los encuentra.
Ya no hay preguntas, tampoco hay respuestas, ni pensamientos, ni dudas: sólo se alza la verdad; pero la verdad no tiene el encanto de un barco perdido, y mirando el bote piensa: “¡fue todo tan rápido!” y siente la necesidad de volver a surcar el mar y emprender la búsqueda de un nuevo destino: sueña con volver a tener, ante sí, un velo gris, y desea volver a ver los vapores de las bestias invisibles; pero ante todo, anhela subir al barco y navegar a la deriva, pero ya es tarde: la libertad, ha roto sus ataduras; la verdad ha quemado la gris neblina. Presente, pasado y futuro han confluido en un mismo lugar. El viaje ha terminado. Hoy, es siempre todavía.