lunes, 31 de octubre de 2016

La Pasión

¿Quieres tenerme preso? No importa:
Ven, y bésame; luego suéltame en un páramo y dame total libertad.
Dame de beber de ti, del pozo de la sed eterna: que no halle ningún gozo fuera de tus tentaciones.
Niégame tres veces en un desierto de hielo.
No me mires, y coloca sobre mi frente una corona de indiferencia;
Luego, lávate las manos.
La ausencia de tus labios restalla en mi espalda como si fuera un látigo.
¡Qué cruz!
Después de dejarme hecho un Cristo, deja que te entregue mis amaneceres: así conseguirás que me posean los demonios.
Mañana colócame una mano en el pecho; resucita al muerto.
Acércate. Sonríe.  Vuelve a besarme, y susúrrame al oído:

-¿Qué haces ahí dormido, hereje? ¡Levántate y ama!