domingo, 16 de octubre de 2011

Lágrimas de desconsuelo

Hace demasiado tiempo de eso, pero no lo olvidaré jamás. Fue un día eterno, parecía que nunca iba a acabar, mas, cuando acabo, me pareció todo demasiado efímero. Sigo entrando todos los días en el mismo sitio deseando hablarte, pero sé que no estás ahí. Sé que tu voz ya no acudirá al reclamo de la mía, y que, por más que llore, por más grite tu nombre al cielo, el vació se lo tragará y caerá en el olvido, porque ya no hay nadie para escucharlo. No hay nadie al otro lado. Ya nadie responde. ¿Quién devolverá el beso de mi beso si no es la brisa rozando mis labios? ¿Quién retornará a mi abrazo si no es el viento ignorándome al pasar? Todo es distinto ya. Todo. Todo marcó un antes y un después, y es desgarrador ver cómo todo aquello que soñé contigo se vio inmediatamente pulverizado por la nada, destruyendo mi corazón por dentro, porque es duro ver cómo tu propio mundo se derrumba y pasa a la prisión del recuerdo.

¿Por qué tuviste que darme a probar tus labios si después te irías como si nada? ¿Verdaderamente te importé algo? Cambia tanto el desconsuelo... cambia tanto la nada... aún me acuerdo cuando te observaba de arriba hacia abajo, comiéndote con la mirada, léntamente, igual que el agua erosiona a la roca con su continuo pasar. No me olvido de ninguno de los besos que me diste, porque cada uno me pesa en el corazón como si fuera una cordillera, y en mi mente, se dibuja un recuerdo tan largo como la eternidad de la que ahora se me ha privado y quitado el privilegio, y, sin embargo, me pareció todo tan corto en ese momento... es tan lejano, pero el recuerdo me hace sentirlo tan dolorosamente cerca que, muchas veces, no sé qué es lo que vivo, lo que estoy viviendo, y lo que he dejado de vivir. Era preciso arrojarte fuera de mi mente y de mi alma de una vez por todas, pero, ¿cómo es posible decirle al corazón que deje de latir? ¿Cómo es posible coger el viento con las manos sin que se escape por entre los dedos? ¿Cómo se le pide a ciego que llore? ¿Cómo se le pide a un enamorado que deje de amar? 

Te profesé un amor tan religioso que, incluso Dios se sentía ofendido ante tal osadía, ¿ha habido algún hombre que haya sido capaz de elevarte a un altar y adorarte como si fueras una diosa? ¿Ha habido alguien que te haya querido como yo? Pero el tiempo pasa, y no perdona a nadie. Cambiamos, te seguí amando, y no lo entendiste, preferías no pensar en esto, no pensar, ni en la distancia, ni en el tiempo que nos alejaba, mas, ¿cómo puedo culparte si yo también pensaba lo mismo? ¿Cómo no odiarme, si acabé por escuchar a mi corazón demasiado tarde? ¿Cómo no odiarme? ¡Dime! ¿Cómo no odiarme si antepuse la razón a un sentimiento que cambió mi mundo? No. No puedo odiarte. Ni siquiera merezco que me digas nada, pero, es todo tan duro...

Aún así... me pregunto aún, ¿cómo no pedirle a mis ojos que sigan llorando tu ausencia, si es lo único que me llena, y de la única forma de la que puedo vaciarme de este odio corporal? ¿Cómo privarme del consuelo de las lágrimas del desconsuelo? Pero ya es demasiado tarde. Acuden lágrimas a mi pupila para vaciar de odio mi cuerpo, para intentar eliminar un recuerdo que, a cada lágrima vertida, se hace más fuerte y potente, como un volcán en erupción. Son las lágrimas del desconsuelo, la que colman mi alma de consuelo, porque, podré llenar la tierra estéril de ellas, pero, será la última que derrame mi mayor consuelo, y mi mayor desconsuelo, porque en la última de mis lágrimas, va el recuerdo más doloroso y hermoso que jamás soñé, y, por ser la última, será la que más perdure, la que más haga en mí volver la mirada al dañino pasado, y, cómo no, la última que acabará por secarse, porque esa lágrima... ¡esa lágrima durará eternamente!

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