Hoy es un domingo triste. Satanás te tenía envidia porque fuiste motivo de perdición para muchos, porque fuiste el precedente y la causa de mi descenso a la locura. Porque tu cuerpo se convirtió en el mayor sinónimo de pecado de mi universo, y el Ángel Caído no pudo soportar que una nueva reina le arrebatase su trono.
Hoy es un domingo triste. Me di cuenta de que todo es un mal sueño. Todo cuanto nos rodea. Todas las ilusiones son falsas. No hay un mañana que nos redima. Sólo existe el hoy, y para ti se acabó. Para mí se acabó.
Hoy es un domingo triste. Desde que te vi metida en el ataúd en tu funeral supe que había un solo cadáver, pero dos corazones habían dejado de latir. Uno estaba destinado a dormir para siempre. El otro a seguir cabalgando entre tempestades imperecederas a espera de reunirse contigo allá donde estés.
Hoy es un domingo triste. ¿Por qué te fuiste tan pronto? ¿Por qué me has dejado solo? Ya no oiré tu voz. No. Se me ha privado de ese privilegio tan pronto... ¿Me dejarías que te llevase flores? Te llevaré lirios blancos. Sé que eran tus favoritos, pero no puedo mentirte. Sólo el hecho de ver tu nombre grabado en una fría lápida de mármol me causa miedo. No sería capaz, mi alma, de visitarte sabiendo que ya no puedes salir a oler los brotes níveos.
Hoy es un domingo triste. El tiempo pesa sobre mi espalda. El tiempo desgarra mi corazón. Ya no estás. Ya no estás. Tu nombre se repite en mi cabeza, me nubla el juicio, me empaña los ojos de lágrimas, suelta perlas por mis mejillas, impactan en el suelo igual que impactó mi alma en tu féretro. Aún la veo, pálida y destrozada, con la cabeza apoyada sobre tu pecho, intentando devolverte a la vida inútilmente con sus sollozos. Llévatela contigo, por favor. No va a ser feliz aquí, en este mundo material, terrenal, en este mundo limitado por lo físico. No. Deja que vuele contigo allí donde los Arcángeles cantan, donde el tiempo se detiene, allí donde siempre seremos jóvenes.
Hoy es un domingo triste. Ya no puedo ver tus ojos. La vida me resulta tediosa. ¿Se enfadarían los ángeles si decido unirme a ti? ¿Se enfadarían si quiero dejar de soñar? Tengo ganas de despertarme junto a ti de nuevo. De abrazarte como te he abrazado en este largo sueño hasta que decidiste irte.
Hoy es un domingo triste. Miro por la ventana. No vuelves. Siento frío... pero necesito abrirla. Quiero sentir el aire, tus manos incorpóreas acariciando mi rostro por última vez. El cielo es precioso desde que estás allí, ¿lo sabías?
Hoy es un domingo triste. Es mi último domingo. Espérame despierta allí donde el sol y la luna juegan abrazados. Donde ninguno de los dos se pone. Espérame. Quiero verte. Espérame. Ya me voy contigo. No te vayas aún... Espérame...
Inspirada en la canción "Gloomy Sunday", popularmente conocida como "la canción húngara de los suicidios". Compuesta por el pianista Reszo Seress, escrita por el poeta Leszlo Javor, popularizada en 1941 por la cantante Billie Holiday.
Versión de Sarah McLachlan