miércoles, 31 de enero de 2024

Ahora, que nos sabemos heridos

Ahora, que nos alejamos de la impetuosa vitalidad de la juventud; que hace tiempo que nos desprendimos del ufano velo de inmortalidad que clareaba en nuestras miradas infantiles.

Ahora, que nos sabemos heridos y vulnerables por el curso de los acontecimientos; que las visitas de Tánatos suceden con una frecuencia cada vez más impertinente y molesta.

Ahora, que el invierno va tiñendo nuestras cabezas de nieve; que en las celebraciones se apilan, en un rincón sepia, las sillas vacías.

Ahora, que nos ensordece el mudo ruido de aquellas historias ajenas que debían atravesarnos; que las pantallas y los antidepresivos nos acompañan y sustituyen los ahogados murmullos de un café a media tarde.

Ahora, que comprendemos que las delicadas pinceladas en el lienzo acercan al artista a la conclusión de su obra; que las olas que rompen en la orilla mueren y nunca retornan.

Ahora, que entendemos todo esto, mírame. Llora conmigo y abrázame. Antes de que se agoten las manecillas de nuestros relojes. Antes de que nuestras voces se pierdan contra las paredes frías o el horizonte inabarcable. Antes de que sólo seamos un triste recuerdo diluido en la memoria del otro.