jueves, 10 de octubre de 2013

O Fortuna

Vivo en medio de un mar de niebla atado a un mástil. Sólo se me ha permitido contemplar tu silueta oscura sobre un trono hecho de cráneos procedentes de tus víctimas. Ningún dios se atreve a juzgarte. Ningún dios puede juzgarte. Estás por encima de todo y de todos. Tu reino invisible, a veces tenebroso, a veces luminoso, lo acapara todo. Nadie puede escapar de ti. Te odian y te aman a partes iguales. Maldicen tu nombre, ensalzan tu nombre; pero tú sólo te ríes contemplando las pasiones humanas, los halagos y los insultos de quienes te reclaman como suya, pero ellos... ¡Ellos no saben que son tus esclavos! ¡Ellos no saben que eres la regidora de los destinos de todo cuanto hay en la Tierra! Con un sólo suspiro eres capaz de destruir una vida. Con una sola caricia eres capaz de devolver a alguien de la muerte. Eres única, poderosa, sabia, omnipotente; una diosa fría, carente de piedad, totalmente inmisericorde, absolutamente intransigente. Eres caprichosa. Te diviertes jugando con la vida de los hombres, riéndote de sus súplicas, castigando a los que te alaban.

En mi espalda, desnuda, sólo siento tu cruel látigo arrancando mi carne, pero no quedan heridas de esta inacabable penitencia. No hay cicatrices, no hay sangre, no hay llagas en mi piel, sin embargo, el dolor nunca se va, y tu fusta sigue estrellándose sobre mi costado y este desconsuelo parece no cesar nunca. Los únicos vestigios que quedan de esta cruenta humillación es el destello en mis ojos del odio, evidencias de tu juego despiadado e impío. El grito enmudecido que puedo elevar hasta el cielo sale de mi corazón, allí donde montaste tu imperio, y hoy sólo quedan los restos de la impotencia a la que me tienes sometido, mientras una furia, una rabia ardiente, toman lo poco que queda de mí. Y aún así... ¡Te pido clemencia! ¿Y qué obtengo por respuesta? Una carcajada fría e imperturbable desde tu macabro trono. 

Te gusta verme sufrir. Lo sé. Tu rueda gira, y gira, y gira, y se acerca y se aleja cuando quieres. La tienes cerca de mi cuello, ¿por qué no lo aplastas ya y acabas con todo? Eres demasiado caprichosa... te perfumas con mi sufrimiento, y yo no puedo hacer nada. Soy tu siervo.

Has levantado imperios de la nada que, al día siguiente, has reducido al mismo polvo. Te distrae saber que tus esclavos se creen eternos, pero a tus ojos perciben que todo cuanto han hecho tiene un plazo al que tú misma pusiste fecha, pero ellos... No lo advierten. Igual están arriba de tu rueda que pueden perecer bajo ella con un simple parpadeo. 

¡Toda la humanidad llora conmigo, diosa Fortuna! ¡Calma mi angustia o termina conmigo de una vez! ¡Me arrebataste a quien más quería, me quitaste lo que más anhelaba! Sólo soy un esclavo tuyo, de tu cruel voluntad, ¿no puedes dejar de hacerme sufrir? ¡Emperatriz del mundo! ¡Ya no tengo nada! ¡Nada! Dime ahora... ¿Qué más quieres de mí?

Inspirado en el Carmina Burana "O Fortuna" (¡Oh Fortuna!), cantos goliardos alemanes escritos en latín medieval entre los siglos XII y XIII


1 comentario:

  1. La fortuna es como una especie de azar, y a ella estamos sometidos. Muchos nos sentimos así de vez en cuando, basta con sumirte en la ilusión de que tú llevas el timón, aunque no sea cierto, pero solo así se evita caer en el pesimismo y la tristeza, o quizás por el contrario nos haga más libres al actuar sin pensar en las consecuencias, ya que hagas lo que hagas, estás a merced de la fortuna.
    Excelente como siempre, ¡un abrazo!

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