lunes, 27 de abril de 2015

Un punto amarillo

Veo un espejismo en el horizonte, y deseo aferrarme a él.
Hay un punto amarillo allí en medio al que tengo que llegar como sea, aunque es bastante extraño: si avanzo dos pasos, él también retrocede dos pasos; si lo miro durante mucho tiempo me quedaré ciego, pero si no lo observo estaré desorientado y no sabré llegar al lugar que me marca. En definitiva, es inalcanzable.
Sin embargo... si me invade el desánimo y me siento, abatido, sobre la arena, él sigue ahí también, y a menudo pienso que también se sienta al borde de su cama de agua para hacerme compañía; si decido andar intentando buscar una solución, él también camina y da tantos pasos como yo: ni uno más y ni uno menos, los mismos. Por así decirlo, me acompaña en la travesía; va junto a mí, pero no conmigo: me persigue y lo persigo, y a veces creo que nos buscamos, pero no deseamos encontrarnos porque de hacerlo, quién sabe si hallaríamos la verdad del uno en el otro.
Veo un espejismo en el horizonte, y deseo aferrarme a él.
Es un punto amarillo allí en medio, que poco a poco, mientras cae el sol y reflotan mis miedos, se despide y desaparece. Tendremos que reencontrarnos mañana porque ahora hay demasiados puntos amarillos: todos huyen cuando me acerco, y todos traen esperanza.


1 comentario:

  1. Simplemente me encanta la manera en la que usas el Sol y las estrellas como una metáfora de una meta inalcanzable, pero que aun así seguimos persiguiendo. Y lo que lo hace aun más genial, es que creo que así funcionamos, siempre buscando algo inalcanzable sin conformarnos con lo que tenemos... pero bueno eso ha llevado a grandes cosas al fin y al cabo, así que a seguir buscando nuestra "meta inalcanzable". Una abrazo Ricardo!

    ResponderEliminar